No deja de preocuparme cada vez que que veo y escucho en círculos de llamados evangélicos declaraciones como esas que afirman que tenemos tal poder en nuestras lengua que con solo pronunciarnos podemos crear y destruir cosas a conveniencia y, aún más, que podemos dar ordenes a Dios y decretar juicios o bendiciones en franca violación de Su soberanía. Me imagino, y eso...