Las Pruebas de la Resurrección de Cristo

POR - abril 20, 2014

Sin lugar a dudas, la resurrección de Cristo es el pilar principal de la fe cristiana. Pablo lo dice de manera contundente: «Si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación no sirve para nada, tampoco la fe del creyente». Esto quiere decir que si la resurreción de Cristo es una falsedad, todo lo demás es falso y carente de valor, y toda la esperanza de cristianismo es ilusoria. Es por esa razón que un acontecimiento tan importante, como el levantamiento de Jesús de entre los muertos tres dias después de su crucifixión, debia estar bien probado y documentado; y así fue.

La biblia dice que Jesús se presentó vivo con muchas pruebas. ¿Cuáles son esas pruebas de la resurrección de Cristo?

Para contestar esta pregunta primero debemos aceptar que es un hecho irrebatible que Jesús vivió en el primer siglo en Palestina, y que fue crucificado y sepultado, como lo vimos en nuestro articulo anterior ¿Jesús Realmente Murió en la Cruz? , (así asevera la historia cristiana, judía y pagana), la pregunta intrigante que sigue es: ¿Qué pasó con el cuerpo de Jesucristo? Ningún historiador honesto puede evitar esta interrogante. Realmente, existen solamente cuatro explicaciones para la ausencia del cuerpo del Salvador: (1) el cuerpo está todavía enterrado en alguna tumba desconocida de Palestina; (2) fue removido de la tumba por los enemigos del Señor; (3) fue removido de la tumba por los amigos del Señor; o (4) se levantó de la tumba y ahora está en los cielos. Vamos a considerar brevemente cada una de estas opciones.

(1) Simplemente la historia no apoya que el cuerpo de Cristo esté todavía enterrado en algún lugar cerca de la ciudad de Jerusalén, ya que cuando los apóstoles comenzaron a llenar esa ciudad con las enseñanzas de un Señor resucitado (Hechos 5:28), las autoridades simplemente hubieran enseñado el cuerpo y por ende desmentido el “mito” del evangelio. Y no sería de ayuda sugerir que las autoridades no sabían dónde estaba sepultado el cuerpo de Jesús, ya que ellos habían asignado soldados para custodiarlo. Además, la tumba había sido sellada (vea Mateo 27:62-66), y hubieran habido registros disponibles que documentaran dónde el cuerpo de Cristo había sido colocado.

(2) Es igualmente absurdo argumentar que los enemigos del cristianismo robaron el cuerpo de Jesús, ya que en el día de Pentecostés, cuando Pedro y los otros proclamaron la resurrección de Cristo, aquellos enemigos hubieran volcado abruptamente el cadáver del Señor en medio de la multitud y ¡el Camino Cristiano hubiera muerto con un quejido en ese mismo lugar!

(3) La acusación común de la infidelidad ha sido que los discípulos de Cristo confiscaron Su cuerpo e inventaron la historia de la resurrección. Esto, en efecto, fue el cuento fabricado por los principales sacerdotes quienes sobornaron a los soldados para afirmar que “Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron estando nosotros dormidos” (Mateo 28:13). ¡Qué imaginación tan brillante—testigos durmientes! Y el apóstol Mateo, escribiendo a lo menos dos décadas después de la resurrección, observó que este rumor ridículo “se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy” (Mateo 28:15). De hecho, el cuento continuó muchos años más allá del tiempo de Mateo. Además, ¿qué motivo posible pudiera haber poseído a los discípulos para robar el cuerpo, y luego clamar una resurrección cuando ellos ni siquiera habían anticipado la resurrección (cf. Marcos 16:11-13; Lucas 24:10 et.seq.; Juan 20:25)? Y ¿qué ganaban al contar la historia de la resurrección? ¡Ellos no ganaron nada solo tortura y muerte! Aunque los hombres puedan morir por decepción religiosa, ¡ellos no se dirigen voluntariamente a sus muertes sabiendo que están inventando una mentira! Finalmente, existe ese problema inexplicable de cómo los discípulos violaron esa guardia experimentada de soldados y se escaparon con el cuerpo. La noción de que el cuerpo del Señor fue robado por Sus amigos no concuerda con la evidencia.

¿Qué de los Testigos Oculares?

En cuanto a los testigos oculares; Lucas, un médico (Colosenses 4:14) e historiador de primera categoría, después de haber investigado el asunto cuidadosamente, declaró que Jesús “se presentó vivo con muchas pruebas” (Hechos 1:3), apareciendo en numerosas ocasiones durante un periodo de cuarenta días entre Su muerte y ascensión. La palabra “pruebas” traduce un término griego que fue usado por escritores clásicos para “denotar la prueba más fuerte a lo cual un sujeto es susceptible” (Alexander, 1959, p. 5). Los aparecimientos post-resurrección del Señor que están registrados son los siguientes.

  1. Cristo se apareció a María Magdalena en el sepulcro después que Pedro y Juan habían salido (Juan 20:11-17; Marcos 16:9-11).
  2. El Señor se apareció a un grupo de mujeres discípulas que habían visitado Su tumba vacía (Mateo 28:9,10).
  3. Jesús se apareció a Pedro en la tarde el día de resurrección (Lucas 24:34; cf. 1 Corintios 15:5).
  4. Él se apareció a dos discípulos en el camino a Emaús (Lucas 24:13-35; Marcos 16:12).
  5. Cristo se apareció a los apóstoles en la noche de la resurrección [estando Tomás ausente] (Marcos 16:14; Lucas 24:36; Juan 20:19-23).
  6. El Señor se apareció a siete de Sus discípulos al lado del Mar de Tiberias, y preguntó a Pedro tres veces si él le amaba (Juan 21:1-23).
  7. Él se apareció en una ocasión a más de quinientos hermanos, la mayoría de los cuales estaban vivos cuando Pablo escribió la carta llamada Primera a los Corintios (1 Corintios 15:6), lo cual demuestra que la historia de la resurrección podía ser chequeada.
  8. Jesús se apareció a Santiago (1 Corintios 15:7)—probablemente el medio-hermano del Señor quien anteriormente no creía (Juan 7:3-5).
  9. Cristo se apareció a los once discípulos en el monte de Galilea donde Él les dio lo que es llamado la “gran comisión” (Mateo 28:16-20).
  10. El Señor se apareció a los discípulos en el Monte de los Olivos justo antes de Su ascensión al cielo (Lucas 24:44-53; Hechos 1:3-9).
  11. El Viviente (Apocalipsis 1:18) se apareció a Esteban, Su primer mártir (Hechos 7:55,56).
  12. Cristo se apareció al apóstol Pablo en su camino a Damasco (Hechos 9:3-6), luego, cuando Pablo estuvo orando en el templo (Hechos 22:17-21), y mientras estaba en la prisión en Cesarea (Hechos 23:11).
  13. También, el Señor se apareció al “discípulo amado”—Juan—en la isla de Patmos (Apocalipsis 1:12-20).
El estudiante honesto de historia, por tanto, solo tiene una alternativa—¡Jesús de Nazaret realmente sí se levantó de los muertos! ¿Puedes creerlo?

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