¿Agua y Sangre del Costado de Jesús?
Sin duda que el
Sacrificio de Jesús en la cruz es el más dramático y trascendente de todos los
relatos de la Biblia. Y como hemos explicado en artículos anteriores el
evangelio de Juan hace un especial énfasis en los detalles de la crucifixión y
de manera culminante le atribuye una particular importancia al hecho de que
Jesús después de estar muerto fue atravesado con una lanza y que de su costado
brotó «Agua y Sangre» a lo que luego, de manera muy solemne añade: Y el
que lo vió, da testimonio, y su testimonio es verídico: y él sabe que dice
verdad, para que vosotros también creáis (Juan 19.35)
¿Por qué brotó
agua y sangre del costado de Jesús? ¿Qué significado tiene esto?¿Por qué era tan importante para el apóstol resaltar este
acontecimiento? Analicemos este relato paso a paso...
Iniciamos notando que este evangelio
deja bien claro que fueron los judíos quienes se encargaron de entregar a Jesús a los romanos
para ser crucificado, pero en una cosa sí eran los judíos más piadosos que los
romanos. Cuando los romanos ejecutaban una crucifixión siguiendo sus reglas,
simplemente dejaban que el inculpado muriera en la cruz, aunque fuera después
de pasar varios días al calor del mediodía y al frío de la noche, torturado por
la sed y por los insectos que se alimentaban en sus heridas abiertas.
Tampoco
enterraban los romanos a los que morían en la cruz, sino simplemente los
dejaban a merced de los buitres y de los perros. La ley judía era diferente, y
establecía: «Si alguno hubiere cometido algún crimen por el que merece la
muerte, y le ajusticiáis colgándole de un madero, no dejéis que su cuerpo pase
la noche expuesto en el patíbulo; enterradlo sin falta el mismo día» (Deuteronomio
21:22-23). La Misná, la ley judía de los escribas, establecía: «Todo el que
permita que un muerto pase la noche sin enterrar transgrede un mandamiento
positivo.» El sanedrín se encargaba de que hubiera dos tumbas dispuestas para los
que sufrieran la pena de muerte y no pudieran enterrarse en el mismo lugar que
sus padres.
En esta ocasión
era todavía más importante el que no se dejaran los cuerpos en las cruces
durante la noche, porque el día siguiente era sábado, y el muy especial sábado
de la Pascua. Para acelerar la muerte a los inculpados que seguían vivos más de lo conveniente
se usaba un método bastante macabro: se les rompían las piernas con una maza.
Eso fue lo que hicieron a los otros que estaban crucificados con Jesús; pero en
Su caso no fue necesario, porque cuando llegaron los soldados Jesús ya estaba
muerto. Juan ve en esa circunstancia el cumplimiento de otro símbolo del Antiguo
Testamento: había la norma de no quebrantar ningún hueso del cordero pascual
(Números 9:12). De nuevo Juan ve en Jesús al Cordero pascual de Dios que libra
de la muerte a Su pueblo.
Por último se
nos presenta el extraño incidente. Cuando los soldados vieron que Jesús ya
estaba muerto, no le rompieron las piernas con la maza; pero uno de ellos,
probablemente para asegurarse aún más de que estaba muerto, le atravesó con la lanza
el costado, del que fluyeron «Agua y Sangre». Como habíamos
adelantado en el intro, Juan le atribuye a aquello un sentido especial. Ve en
ello el cumplimiento de la profecía de Zacarías 12:10: «Me mirarán a mí, a quien traspasaron.» Y añade expresamente que ese es el testimonio de un testigo
ocular de lo que realmente sucedió, y que él personalmente garantiza que es
cierto.
En primer lugar,
preguntémonos qué fue lo que sucedió de hecho. No podemos asegurarlo, pero
puede ser que Jesús muriera literalmente porque se le rompiera el corazón. Lo
normal, desde luego, es que el cuerpo de un muerto no sangre. Se ha sugerido que
lo que realmente sucedió fue que las experiencias físicas y emocionales de Jesús
fueron tan terribles que se le reventó el corazón. Cuando sucedió aquello, la
sangre del corazón se mezcló con el líquido del pericardio que rodea el
corazón; la lanza del soldado rompió el pericardio, y brotó la mezcla de sangre
y agua. Sería conmovedor creer que Jesús, en el sentido más literal, murió
porque se le partió el corazón.
Aun así, ¿por
qué lo subraya tanto Juan? Por estas dos razones:
1ro.
Para él era la prueba definitiva e irrefutable de que Jesús era un hombre real
con un cuerpo real. Esa era la respuesta a los gnósticos con sus ideas de
fantasmas y espíritus y una humanidad irreal. Aquí está la prueba de que Jesús
fue carne de nuestra carne y hueso de nuestro hueso.
2do. Pero
para Juan aquello era más que una prueba de la humanidad de Jesús: era un
símbolo de los dos grandes sacramentos de la Iglesia. Hay un sacramento que
tiene por materia el agua: el Bautismo; y otro que representa la sangre: la comunión,
con su copa de vino rojo como la sangre. El agua del Bautismo es el símbolo de
la gracia purificadora de Dios en Jesucristo; el vino de la comunión es el
símbolo de la sangre que fue derramada para salvarnos de nuestros pecados.
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