A Propóposito de las Olimpíadas: El Atleta de Cristo

POR - agosto 05, 2012

En la segunda carta a Timoteo vemos al apóstol Pablo usar tres imágenes como figura del cristiano -la del soldado, la del labrador del campo y la del atleta. Usa las mismas tres alegorías de forma muy parecida en 1 Corintios 9:6s, 24-27. Pero, a próposito de las Olimpíadas de Londres 2012, publicamos este articulo práctico, haciendo énfasis en Timoteo 2:5 en donde se usa la imágen del atleta como figura del cristiano.
Y también el que lucha como atleta, no es coronado sino lucha legítimamente
Pablo dice que el atleta no gana la corona de la victoria a menos que observe las reglas de la competición. Hay un detalle muy interesante aquí en el original que es difícil reflejar en la traducción. La Reina-Valera habla de pelear legalmente. En griego es athlein nomímós. De hecho esa es la frase griega que usaban los escritores posteriores para describir a un atleta profesional en contraposición a otro amateur. El que peleaba nomímós era el hombre que se concentraba totalmente en su lucha. Su lucha no era un pasatiempo momentáneo, como lo era para el amateur; era una dedicación a pleno tiempo de toda su vida para alcanzar la excelencia en la contienda que había escogido.

Aquí, pues, tenemos la misma idea que en el ejemplo del cristiano como soldado. La vida de un cristiano debe estar concentrada en su Cristianismo de la misma manera que la de un atleta profesional está concentrada en el deporte que ha escogido. Un cristiano de tiempo libre es una contradicción en términos. Toda la vida de una persona debe ser un esfuerzo para vivir su Cristianismo. ¿Cuáles son entonces las características del atleta que Pablo tenía en mente cuando escribió esto?

  • Un atleta es una persona bajo disciplina y autonegación. Debe mantener un sistema de entrenamiento y no dejar que nada se le interponga. Habrá días cuando le gustaría dejar el entrenamiento y relajar la disciplina, pero no debe hacerlo. Habrá placeres e indulgencias que querría permitirse; pero debe rechazarlos. El atleta que quiere llegar al podio sabe que no debe permitir que nada se interfiera en el programa de forma física que se ha impuesto. Tiene que haber disciplina en la vida cristiana. Hay veces cuando un camino más fácil es muy atractivo; hay veces cuando lo correcto es lo más difícil; hay veces cuando estamos tentados a bajar el listón. El cristiano debe entrenarse para no relajar nunca en la vida el intento de hacer su alma limpia y fuerte.

  • El atleta es una persona que cumple las reglas. Después de la disciplina y de las reglas de entrenamiento llega la competición con sus reglas. Un atleta no puede ganar a menos que tome parte en la competición. El cristiano, también, se encuentra a menudo obligado a competir con sus semejantes. Debe defender su fe; debe tratar de convencer y de persuadir; tendrá que discutir y entrar en debate. Debe hacerlo conforme a las reglas cristianas. No importa lo ardiente que sea la discusión; no debe nunca olvidar la cortesía. No debe nunca ser otra cosa que honesto acerca de su posición y justo con la de su oponente. A menudo no hay rencor como el religioso. Pero el verdadero cristiano sabe que la regla suprema de la vida cristiana es el amor, y aportará ese amor a cualquier debate en que intervenga.

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