• Inicio
  • Sobre mi
  • Ensayos
    • #
    • #
    • #
  • #
  • #
facebook twitter instagram Email

El Kerusso

Blog de Carlos Rijo Telleria

Pocos personajes en la historia del cristianismo han sido discutidos tanto o tan acaloradamente como Martín Lutero. Para unos, Lutero es el ogro que destruyó la unidad de la iglesia, la bestia salvaje que holló la viña del Señor, un monje renegado que se dedicó a destruir las bases de la vida monástica. Para otros, es el gran héroe que hizo que una vez más se predicara el evangelio puro, el campeón de la fe bíblica, el reformador de una iglesia corrompida.

Aunque el no fue el primer reformador, si fue el más notable. Lutero cambió el curso de la historia al desafiar con valentia el poder del papado y del imperio, sosteniendo puntos de vista contrarios a la práctica y ordenanzas de la religión establecida, el catolicismo. La principal doctrina evangélica que Lutero alzó contra el sistema ritualista de penitencias fue la de que la salvación es por gracia solamente, no por obras.

La chispa que movió al monje vino probablemente en 1515, cuando Lutero empezó a dar conferencias sobre la Epístola a los Romanos, pues él mismo dijo después que fue en el primer capítulo de esa epístola donde encontró la respuesta a sus dificultades. Esa respuesta no vino fácilmente. No fue sencillamente que un buen día Lutero abriera la Biblia en el primer capítulo de Romanos, y descubriera allí que “el justo por la fe vivirá”. Según él mismo cuenta, el gran descubrimiento fue precedido por una larga lucha y una amarga angustia, pues Romanos 1:17 empieza diciendo que “en el evangelio la justicia de Dios se revela”. Según este texto, el evangelio es revelación de la justicia de Dios.

Y era precisamente la justicia de Dios lo que Lutero no podía tolerar. Si el evangelio fuera el mensaje de que Dios no es justo, Lutero no habría tenido problemas. Pero este texto relacionaba indisolublemente la justicia de Dios con el evangelio. Según Lutero cuenta, él odiaba la frase “la justicia de Dios”, y estuvo meditando de día y de noche para comprender la relación entre las dos partes del versículo que, tras afirmar que “en el evangelio la justicia de Dios se revela”, concluye diciendo que "el justo por la fe vivirá?"

La respuesta fue sorprendente. La “justicia de Dios” no se refiere aquí, como piensa la teología tradicional, al hecho de que Dios castigue a los pecadores. Se refiere más bien a que la “justicia” del justo no es obra suya, sino que es don de Dios. La “justicia de Dios” es la que tiene quien vive por la fe, no porque sea en sí mismo justo, o porque cumpla las exigencias de la justicia divina, sino porque Dios le da este don. La “justificación por la fe” no quiere decir que la fe sea una obra más sutil que las obras buenas, y que Dios nos pague esa obra. Quiere decir más bien que tanto la fe como la justificación del pecador son obra de Dios, don gratuito.

En consecuencia, continúa comentando Lutero acerca de su descubrimiento, “sentí que había nacido de nuevo y que las puertas del paraíso me habían sido franqueadas. Las Escrituras todas cobraron un nuevo sentido. Y a partir de entonces la frase ‘la justicia de Dios‘ no me llenó más de odio, sino que se me tornó indeciblemente dulce en virtud de un gran amor”.

Pero los acontecimientos posteriores revelaron otra faceta de su carácter, durante todo este tiempo Lutero parece haber sido un hombre relativamente reservado, dedicado a sus estudios y a su lucha espiritual. Su gran descubrimiento, aunque le trajo una nueva comprensión del evangelio, no lo llevó de inmediato a protestar contra el modo en que la iglesia entendía la fe cristiana. Al contrario, nuestro monje continuó dedicado a sus labores docentes y pastorales y, si bien hay indicios de que enseñó su nueva teología, no pretendió contraponerla a la que enseñaba la iglesia.

Cuando por fin decidió que había llegado el momento de lanzar su gran reto, compuso noventa y siete tesis, que debían servir de base para un debate académico. En ellas, Lutero atacaba varios de los principios fundamentales de la teología escolástica, y por tanto esperaba que la publicación de esas tesis, y el debate consiguiente, serían una oportunidad de darle a conocer su descubrimiento al resto de la iglesia.

La controversia fue más de lo Lutero se proponia. Lo que había sucedido era que, al atacar la venta de las indulgencias de Juan Teztel en Alemania , creyendo que no se trataba más que de la consecuencia natural de lo que se había discutido en el debate anterior, Lutero se había atrevido, aun sin saberlo, a oponerse al lucro y los designios de varios personajes mucho más poderosos que él. Según Lutero, si es verdad que el papa tiene poder para sacar las almas del purgatorio, ha de utilizar ese poder, no por razones tan triviales como la necesidad de fondos para construir una iglesia, sino sencillamente por amor, y ha de hacerlo gratuitamente (Tesis 82). Pero aunque muchos abrigaban tales sentimientos, nadie protestaba, y la venta continuaba.

Fue entonces cuando Lutero clavó sus famosas noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg. Esas tesis, escritas en latín, no tenían el propósito de crear una conmoción religiosa, como había sido el caso con las anteriores. Lutero dio a conocer sus tesis la víspera de la fiesta de Todos los Santos, y su impacto fue tal que frecuentemente se señala esa fecha, el 31 de octubre de 1517, como el comienzo de la Reforma protestante y la reafirmación de que la Palabra de Dios es el punto de partida y la autoridad final de la Iglesia y de toda teología.


(Justo L. González, Historia del Cristianismo II, págs. 16-22. Ed. Unilit, 1994)
Share
Tweet
No comentarios
Es de todos sabido que Lutero trata de hacer de la Palabra de Dios el punto de partida y la autoridad final de su teología. Como profesor de Sagrada Escritura, la Biblia tenía para él gran importancia, y en ella descubrió la respuesta a sus angustias espirituales. Pero esto no quiere decir que Lutero sea un biblicista rígido, pues para él la Palabra de Dios es mucho más que la Biblia. La Palabra de Dios es nada menos que Dios mismo. 

Esta última aseveración se basa en los primeros versículos del Evangelio de Juan, donde se dice que “al principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios“. Las Escrituras nos dicen entonces que, en el sentido estricto, la Palabra de Dios es Dios mismo, la segunda persona de la Trinidad, el Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros. Luego, cuando Dios habla, lo que sucede no es sencillamente que se nos comunica cierta información, sino también y sobre todo que Dios actúa. Esto puede verse también en el libro de Génesis, donde la Palabra de Dios es la fuerza creadora. “dijo Dios. . . ”. Luego, cuando Dios habla Dios crea lo que pronuncia. Su Palabra, además de decirnos algo, hace algo en nosotros y en toda la creación.

Esa Palabra se encarnó en Jesucristo, quien es a la vez la máxima revelación de Dios y su máxima acción. En Jesús, Dios se nos dio a conocer. Pero también en El venció a los poderes del maligno que nos tenían sujetos. La revelación de Dios es también la victoria de Dios.

La Biblia es entonces Palabra de Dios, no porque sea infalible, o porque sea un manual de verdades que los teólogos puedan utilizar en sus debates entre sí. La Biblia es Palabra de Dios porque en ella Jesucristo se llega a nosotros. Quien lee la Biblia y no encuentra en ella a Jesucristo, no ha leído la Palabra de Dios. Por esto Lutero, al mismo tiempo que insistía en la autoridad de las Escrituras, podía hacer comentarios peyorativos acerca de ciertas partes de ellas. La epístola de Santiago, por ejemplo, le parecía ser “pura paja”, porque en ella no se trata del evangelio, sino de una serie de reglas de conducta. También el Apocalipsis le causaba dificultades. Aunque no estaba dispuesto a quitar tales libros del canon, Lutero confesaba abiertamente que se le hacía difícil ver a Jesucristo en ellos, y que por tanto tenían escaso valor para él.

Esta idea de la Palabra de Dios como Jesucristo era la base de la respuesta de Lutero a uno de los principales argumentos de los católicos. Estos argüían que, puesto que era la iglesia quien había determinado qué libros debían formar parte del canon bíblico, la iglesia tenía autoridad sobre las Escrituras. La respuesta de Lutero era que, ni la iglesia había creado la Biblia, ni la Biblia había creado a la iglesia, sino que el evangelio las había creado a ambas.

La autoridad final no radica en la Biblia ni en la iglesia, sino en el evangelio, en el mensaje de Jesucristo, quien es la Palabra de Dios encarnada. Puesto que la Biblia da un testimonio más fidedigno de ese evangelio que la iglesia corrompida del papa, y que las tradiciones medievales, la Biblia tiene autoridad por encima de esa iglesia y esas tradiciones...

(Justo L. González, Historia del Cristianismo II, págs. 22 y 23 Ed. Unilit, 1994)
Share
Tweet
No comentarios

Uno de los puntos más importantes que surgió tras la Reforma Protestante es el hecho de que la Biblia es La Palabra de Dios infalible. Sin embargo, en la actualidad, aun dentro de algunos círculos protestantes se pasa por alto, muy comúnmente, que si asumimos que La Escritura es palabra de Dios infalible, también debe ser suficiente.

La mayoría de los reformadores y sus seguidores aceptaron y defendieron con vehemencia la Doctrina de la suficiencia de Las Escrituras, que sostiene que la Biblia es todo lo que necesitamos para la vida de fe y servicio. Esta nos provee una clara presentación de la intención de Dios para restaurar la relación rota entre Él y la humanidad a través de Su Hijo Jesucristo. Ningún otro escrito ni «revelación» es necesario para entender estas buenas nuevas, ni ningún otro escrito se requiere para equiparnos para una vida de fe.

La Confesión de fe de Londres de 1689, en su artículo sobre las Sagradas Escrituras, dice muy explícitamente: 
«Las Sagradas Escrituras constituyen la única regla suficiente, segura e infalible de todo conocimiento, fe y obediencia salvadores.» 
Y más adelante añade:
«Todo el consejo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria, la salvación del hombre, la fe y la vida, está expresamente expuesto o necesariamente contenido en las Sagradas Escrituras; a las cuales nada, en ningún momento, ha de añadirse, ni por nueva revelación del Espíritu ni por las tradiciones de los hombres.»
Ahora, cuando hablamos de «La Escritura» nos referimos a todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento. Pablo se lo explica así, al joven pastor Timoteo: 
…«las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda Escritura es dada por inspiración de Dios, y es útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra»
(2 Timoteo 3:15-17.)

Con esto podemos ver que desde el tiempo de los apóstoles hasta el presente, la verdadera iglesia siempre ha creído que la Biblia está completa y es suficiente. Dios ha dado su revelación y ahora La Escritura está terminada. Dios ha hablado. Lo que él nos dio es completo, eficaz, suficiente, sin error, infalible y autoritativo. Aunque parece muy fuerte, hay que reconocer que los intentos de añadirle a la Biblia y los reclamos de revelación posterior de Dios siempre han sido característicos de los herejes  y de los sectistas, no del verdadero pueblo de Dios.

El problema de hoy es que la suficiencia de la Escritura está bajo ataque, La Palabra de Dios ha dejado de ser la guía en muchos aspectos de la vida,  y lamentablemente esto se promueve casi siempre de dentro de nuestras mismas iglesias. Técnicas mundanas de organización, métodos para atraer multitudes, entretenimiento, revelaciones no bíblicas, misticismo, y consejería psicológica, todos declaran que la Biblia y sus preceptos no son adecuados para vivir la vida cristiana. Parece que no se percibe que decir que necesitamos la Biblia y algo más equivale a invalidarla por completo. Debemos ya meditar en esto, si invalidamos La Palabra de Dios ¿Con qué nos alumbraremos?
Share
Tweet
No comentarios
Publicaciones recientes
Publicaciones antiguas

Síguenos

  • twitter
  • instagram
  • youtube

Entradas populares

  • ¿Agua y Sangre del Costado de Jesús?
    Sin duda que el Sacrificio de Jesús en la cruz es el más dramático y trascendente de todos los relatos de la Biblia. Y como hemos explica...
  • El Poder de Nuestras Palabras y La Casa de Mickey Mouse
    No deja de preocuparme cada vez que que veo y escucho en círculos de llamados evangélicos declaraciones como esas que afirman que tenemo...
  • Las Pruebas de la Resurrección de Cristo
    Sin lugar a dudas, la resurrección de Cristo es el pilar principal de la fe cristiana. Pablo lo dice de manera contundente: «Si Cristo no ...
  • Francis Collins: El Genoma Humano Es «El Lenguaje de Dios»
    Francis S. Collins (14 de abril de 1950) es un distinguido genetista norteamericano que fue director  desde 1999 hasta 2008 del Proyect...
  • ¿Quién Crucificó a Jesús?
    Desde muy temprano en la historia del cristianismo, se produjo una controversia trágica y lamentable sobre quienes fueron los culpables ...
  • Maravillas del Cerebro Humano
    En los últimos años los cientificos han dado pasos agigantados en el conocimiento del cerebro humano. Numerosos estudios han dado a con...
  • ¿Cuál Fue la Inscripción en la Cruz?
    La polémica ha rodeado la muerte de Cristo en la cruz por casi dos milenios. En el tiempo del apóstol Pablo, era “tropezadero” para los ...
  • El Pecado ¡Un Cuerpo de Muerte!
    Romanos 7:7-25; 8:1,2. 7¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoc...
  • «Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has Desamparado?» ¿Qué significa?
    Toda la hostoria de la cruz de Cristo es sumamente conmovedora. Pero, sin lugar a dudas, hay un momento cumbre en todo este relato de az...
  • ¿Existe Otro Camino Fuera de Jesús?
    ¿Por qué Jesús es el único camino para relacionarse con Dios? ¿Por qué Jesús? ¿No hay algún otro camino para que el ser humano establezca...

Blog Archivo

  • ►  2021 (1)
    • ►  enero 2021 (1)
  • ►  2020 (1)
    • ►  enero 2020 (1)
  • ►  2019 (1)
    • ►  mayo 2019 (1)
  • ►  2017 (1)
    • ►  abril 2017 (1)
  • ►  2015 (6)
    • ►  agosto 2015 (2)
    • ►  julio 2015 (1)
    • ►  abril 2015 (1)
    • ►  marzo 2015 (1)
    • ►  enero 2015 (1)
  • ►  2014 (18)
    • ►  mayo 2014 (1)
    • ►  abril 2014 (6)
    • ►  marzo 2014 (3)
    • ►  enero 2014 (8)
  • ▼  2013 (10)
    • ►  noviembre 2013 (1)
    • ▼  octubre 2013 (3)
      • 31 de Octubre Día de la Reforma Protestante
      • Martín Lutero y la Autoridad Bíblica
      • ¿Es La Biblia Suficiente o Hace Falta Nueva Revela...
    • ►  septiembre 2013 (2)
    • ►  abril 2013 (1)
    • ►  marzo 2013 (1)
    • ►  enero 2013 (2)
  • ►  2012 (8)
    • ►  septiembre 2012 (1)
    • ►  agosto 2012 (1)
    • ►  julio 2012 (3)
    • ►  mayo 2012 (1)
    • ►  abril 2012 (1)
    • ►  marzo 2012 (1)
  • ►  2011 (13)
    • ►  diciembre 2011 (1)
    • ►  noviembre 2011 (1)
    • ►  octubre 2011 (1)
    • ►  agosto 2011 (1)
    • ►  julio 2011 (2)
    • ►  junio 2011 (2)
    • ►  mayo 2011 (2)
    • ►  abril 2011 (1)
    • ►  marzo 2011 (1)
    • ►  enero 2011 (1)
  • ►  2010 (20)
    • ►  diciembre 2010 (2)
    • ►  octubre 2010 (1)
    • ►  septiembre 2010 (1)
    • ►  agosto 2010 (2)
    • ►  julio 2010 (3)
    • ►  junio 2010 (4)
    • ►  mayo 2010 (2)
    • ►  abril 2010 (1)
    • ►  marzo 2010 (1)
    • ►  febrero 2010 (3)
  • ►  2009 (2)
    • ►  noviembre 2009 (2)

Creado con por Carlos Rijo Telleria | 2023